Asiria

Antiguo país de Asia, que se extendía hacia el sur desde aproximadamente la frontera norte del actual Irak, abarcaba el valle del río Tigris y uno de sus afluentes más importantes, el Zab, formando una zona con forma similar a un triángulo invertido.

La parte occidental del país era una estepa únicamente adecuada para una población nómada. Sin embargo, la parte oriental era apropiada para la agricultura, con colinas boscosas y fértiles valles bañados por pequeños ríos. Al este de Asiria se encuentran los montes Zagros; al norte, un escalonamiento de terrazas conducen al macizo Armenio; al oeste se extiende la llanura de mesopotamia. Al sur se encontraba el país conocido primero como Sumer, después Sumer y Acad, y más tarde Babilonia.

Imperio asirio
Imperio asirio

Mesopotamia es el nombre que los antiguos griegos dieron a toda la región en la que surgieron estos países, incluido Asiria. Las ciudades más importantes de Asiria, todas situadas en el territorio del actual Irak, eran Assur, actualmente Sharqat; Nínive, de la cual los únicos vestigios que señalan en la actualidad su localización son dos grandes tells, Quyunyik y Nabi Yunas; Calach, ahora Nimrud, y Dur Sharrukin, actualmente Jursabad.

Primeros asentamientos

Desde comienzos de la época paleolítica la tierra que se conoció como Asiria ha estado habitada. Este hecho ha sido confirmado por el descubrimiento de dos cráneos de personas adultas neandertalenses en una cueva en el borde noreste de la región. Sin embargo, la vida agrícola sedentaria no comenzó en ésta zona hasta cerca del 6.500 a.C. Aunque se desconoce la composición étnica de las primeras comunidades agrícolas de Asiria, los primeros habitantes pueden haber pertenecido a un pueblo conocido posteriormente como subarios, quienes hablaban una lengua aglutinante en lugar de una flexional. Probablemente en el III milenio a.C., nómadas semíticos conquistaron la región y convirtieron su lengua flexional, muy próxima al babilonio, en el idioma dominante de la región. La escritura asiria era una versión ligeramente modificada de la cuneiforme babilónica.

A comienzos del VII milenio a.C., los granjeros de Asiria cultivaban trigo y cebada y poseían ganado vacuno, ovejas, cabras y cerdos. Construían sus casas de arcilla compacta (algunas de ellas tenían cuatro habitaciones), utilizaban hornos redondos para cocer harina molida y almacenaban grano en grandes tinajas recubiertas de betún. Este pueblo agrícola tejía prendas con la ayuda de husos con poleas; fabricaba cuchillos de obsidiana y sílex, piedra similar al pedernal, y utilizaba formones, objetos fabricados de piedra, azuelas y azadones. Su cerámica era notable; en su mayoría realizada con arcilla hábilmente cocida y pintada con atractivos motivos. La obsidiana y otras piedras duras fueron convertidas en vasos, cuentas, amuletos y sellos. Modelaron en arcilla figuras femeninas para fines religiosos. Los muertos, que solían ser enterrados en posición flexionada con las rodillas dobladas hacia el pecho, eran sepultados entre las casas en lugar de en cementerios.

Sargón
Sargón, el primer unificador

Sargón no sólo conquistó la Baja Mesopotamia, sino que acudió a Anatolia a proteger a los mercaderes semitas allí establecidos, invadió el Elam y realizó expediciones que le llevaron hasta el golfo Pérsico. Esta cabeza de bronce, hallada en Nínive, representa supuestamente al fundador del primer imperio mesopotámico.

Cultura y costumbres

La cultura asiria se asemejaba a la babilónica en muchos aspectos. Exceptuando los anales reales, por ejemplo, la literatura asiria era prácticamente idéntica a la babilónica, y los reyes asirios más cultos, especialmente Assurbanipal, alardeaban de almacenar en sus bibliotecas copias de documentos literarios babilónicos. La vida social o familiar, las costumbres matrimoniales y las leyes de propiedad eran muy parecidas a las de Babilonia. Las tres colecciones asirias de documentos de la corte y legales que se han encontrado son muy similares a la legislación sumeria y babilónica; sin embargo, los castigos establecidos para los infractores de la legislación asiria eran habitualmente más brutales y bárbaros. Las prácticas y creencias religiosas asirias eran prácticamente idénticas a las de Babilonia, incluso, el dios nacional asirio, Assur, fue sustituido por el dios babilonio Marduk. La principal contribución cultural de los asirios se desarrolló en el campo del arte y de la arquitectura.

Asurbanipal representado en un banquete en una estela hallada en Nínive
Asurbanipal, transmisor de la cultura mesopotámica: Además de expandirse hasta Egipto, Elam y Asia Menor, Asurbanipal (representado en un banquete en una estela hallada en Nínive) protegió las artes y las ciencias y reunió una biblioteca de miles de tablillas, en la que se recogía todo el acervo cultural mesopotámico desde la época sumeria

Relieve asirio, probablemente del rey Sargón II
Relieve asirio. Probablemente del rey Sargón II (Museo del Louvre, París)

En el III milenio a.C., Asiria, como la mayor parte de Oriente Próximo, estuvo bajo la influencia de la civilización sumeria en el sur. Un templo de este período, excavado en la ciudad de Assur, contiene estatuas de estilo y apariencia similares a las encontradas en los templos de Sumer. Hacia el 2.300 a.C., Asiria formó parte del imperio de Sumer y Acad. Tras el colapso de ese imperio hacia el 2.000 a.C., los amoritas, pueblo semítico nómada del desierto de Arabia, se infiltraron y conquistaron gran parte de Mesopotamia, incluida Asiria. Hacia el 1.850 a.C. mercaderes asirios colonizaron partes del área central de Anatolia (Asia Menor), donde desarrollaron un floreciente comercio de cobre, plata, oro, estaño y productos textiles.

Expansión y dependencia

Hacia el 1.810 a.C. un rey asirio, Samsi-Adat I (el 1.813 - 1.780 a.C.), consiguió extender el territorio asirio desde los montes Zagros hasta el mar Mediterráneo. Samsi-Adat I puede haber sido el primer gobernante en establecer un imperio centralizado en el antiguo Oriente Próximo. Dividió su reino en distritos al frente de los cuales colocó a administradores y consejos especialmente nombrados, estableció un sistema de correos y realizó con regularidad un censo de la población. Sin embargo, el primer imperio asirio no duró mucho tiempo; el hijo de Samsi-Adat, Isme-Dagan I (1.780 - 1.760 a.C.), fue derrotado hacia el 1.760 a.C. por el rey babilonio Hammurabi, y Asiria comenzó a formar parte del imperio babilónico.

El imperio babilónico también fue efímero. Los casitas, pueblo no semítico, invadieron Babilonia en el siglo XVI a.C. y se hicieron con el poder político. Otro pueblo no semítico de las montañas, los hurritas, ocupó la mayor parte del norte de Mesopotamia, llegando incluso a Palestina en el oeste. Poco después de los hurritas, y hasta cierto punto entremezclado con éstos, llegó un pueblo indoeuropeo cuyo nombre se desconoce. Como resultado de estas migraciones, el siglo XVI a.C. se presenta sumido en la confusión en la historia mesopotámica.

Hacia el 1.500 a.C. Asiria se hizo dependiente de Mitanni, un reino de proporciones imperiales que extendió su influencia por todo el norte de Mesopotamia. Asiria continuó bajo su control hasta comienzos del siglo XIV, cuando el reino de Mitanni sufrió una grave derrota a manos del naciente imperio de los hititas en el norte. Aprovechándose de la posterior confusión, el rey asirio Assur-Uballit I (1.364 - 1.328 a.C.) liberó Asiria del reino de Mitanni e incluso anexionó algunos de sus territorios.

Assur-Uballit I fue sucedido por una serie de gobernantes enérgicos, principalmente Adat-Nirari I (1.306 - 1.274 a.C.), Salmanasar I (1.274 - 1.244 a.C.), y Tukulti-Ninurta I (1.244 - 1.207 a.C.). Tuvieron éxito al ampliar aún más las fronteras de Asiria y al mantener a raya a sus fuertes vecinos: urarteos, hititas, babilonios y lullubis.

Surgimiento de un imperio en guerra

Hacia el 1.200 a.C., una nueva ola de migraciones cambió profundamente la composición de Asia occidental. Desde la península Balcánica, con toda probabilidad, llegó un conglomerado de pueblos, conocidos como pueblos del mar, que acabaron con el imperio hitita en Anatolia y se introdujeron en Siria y Palestina. Un pueblo indoeuropeo denominado mushki, que se asentó al este de Anatolia, se convirtió en una amenaza constante para Asiria en el noroeste. Al oeste de Asiria, un grupo semítico nómada, los arameos, también estaba en movimiento. Asiria resistió ferozmente, y en su mayor parte con éxito, a las presiones y ataques de sus nuevos vecinos. Durante su amarga lucha por la existencia, desarrolló una máquina militar proverbial por su crueldad y que se convirtió en el azote y terror de todo Oriente Próximo.

Al principio, las campañas adoptaron la forma de escaramuzas a la búsqueda de botín y tributo. Tukulti-Apil-Esharra (Tiglat-Pilíser) I (1.115 - 1.076 a.C.), por ejemplo, defendió las fronteras asirias contra arameos y mushkis, y realizó incursiones por el norte, hasta el lago Van, en Urartu (actualmente al noreste de Turquía), y por el oeste, hasta Palmira (Turquía). En la mayoría de los casos, los pueblos amenazados huían al conocer que se aproximaban sus ejércitos, y aquéllos que se quedaban eran masacrados o llevados a Asiria. Los pueblos y ciudades eran saqueados y arrasados, pero no se hizo ningún intento de anexionar estos territorios.

Gradualmente, este modelo de conquista varió, los gobernantes asirios comenzaron a convertir Asiria en el centro de un nuevo imperio, incorporando las tierras conquistadas a sus dominios, aunque probablemente sin seguir un plan consciente. Hacia finales del siglo X a.C., por ejemplo, Adat-Nirari II anexionó el estado arameo cuyo centro era Nisibis, al este del río Habur. Su hijo, Tukulti-Ninurta II, anexionó varios estados arameos alrededor de la ciudad de Harran y el valle central del Éufrates, así como la región entre el gran río Zab y el pequeño río Zab.

Extensión del dominio asirio

Assurnasirpal II, hijo de Tukulti-Ninurta II, gobernó desde el 884 al 859 a.C. y extendió el dominio asirio al norte y al este. Sus terribles y brutales campañas devastaron las tierras de las fronteras de su imperio, aunque fue suficientemente prudente para no atacar a los vecinos fuertes, Urartu al norte, Babilonia al sur, y Aram al oeste. En una campaña llegó hasta el mar Mediterráneo. A su regreso construyó la ciudad de Calach, a la que convirtió en su capital, en lugar de Assur, la antigua capital. En las ruinas de Calach se han encontrado numerosos monumentos con inscripciones de Assurnasirpal, convirtiéndole en uno de los gobernantes mejor documentados del antiguo Oriente Próximo.

Salmanasar III (859 - 824 a.C.), hijo de Assurnasirpal, realizó 32 campañas durante los 35 años que duró su reinado. Muchas de estas campañas se dirigieron contra las tierras al oeste del Éufrates, concretamente contra el poderoso reino de Aram. Aunque tuvo algunos éxitos e incluso recibió un considerable tributo de los aliados de Aram, incluido Israel, fracasó en conquistar el propio Aram. Dos de sus monumentos, actualmente en el Museo Británico, son particularmente notables: el Obelisco Negro, en el que se representa a Jehú, rey de Israel, besando el pie de Salmanasar, y las placas de bronce batido conocidas como las Puertas de Balawat.

Imperio mundial

A finales del gobierno de Salmanasar se inicia una revuelta en la corte asiria, a la que siguen varios años de guerra civil. Asiria cae en la oscuridad y su poder se reduce. Sin embargo, a mediados del siglo VIII a.C., la prosperidad resurge con la subida al trono de Tukulti-Apil-Esharra (Tiglat-Pilíser) III (745 - 727 a.C.), quien comenzó vigorosamente a convertir a Asiria en un imperio mundial. Empezó reafirmando la autoridad del trono y reduciendo el poder de los nobles problemáticos de la corte. Fundó un ejército permanente, compuesto principalmente por tropas extranjeras, y proyectó sus campañas con el objetivo de anexionar el territorio enemigo. Los pueblos que conquistó fueron deportados y situados dentro del dominio de Asiria para romper su conciencia y cohesión nacionales. Liberó a Asiria de la presión de las tribus arameas que amenazaban el valle del Tigris central, expulsó a los urarteos de Siria, anexionó los estados arameos de Arpad y Damasco, sojuzgó las ciudades de Palestina y se convirtió en el gobernante de Babilonia.

Sargón II (722 - 705 a.C.), que siguió en el trono al inmediato sucesor de Tukulti-Apil, Salmanasar V (727 - 722 a.C.), extendió la dominación asiria en todas direcciones, desde el sur de Anatolia al golfo Pérsico. Al inicio de su reinado deportó a la población de Israel, que Salmanasar V había conquistado poco antes de su muerte. Durante su reinado, Sargón dirigió campañas contra Urartu y los medas, anexionó numerosos estados de Siria y el sur de Anatolia, y derrotó a los arameos en el valle del Tigris central y a los caldeos en el valle del Éufrates inferior. Para asegurar un control eficaz de su gran imperio, que se extendía desde la frontera de Egipto hasta los montes Zagros y desde los montes Taurus al golfo Pérsico, Sargón lo dividió en 70 provincias aproximadamente, cada una dirigida por un gobernador que era responsable directo ante el rey. En su capital, Calach, creó una organización administrativa central y delegó algo de su poder en su hijo Senaquerib (705 - 681 a.C.). Al final de su reinado, Sargón construyó una nueva ciudad, Dur Sharrukin, al norte de Nínive, erigió su palacio junto a la muralla de la ciudad y lo adornó con impresionantes bajorrelieves. También creó en Nínive una biblioteca. El comercio y la agricultura se fomentaron en todo el imperio.

Decadencia

Bajo Sargón II, el Imperio Asirio fue más fuerte y extenso de lo que había sido jamás. Los pueblos estaban muy unidos en cuanto a lengua, religión y cultura. Parecía muy razonable pensar que duraría siglos. Sin embargo, los sucesores de Sargón establecieron como objetivos principales la conquista de Egipto y Elam y la completa subyugación de Babilonia. Para asegurar su victoria sobre estas lejanas tierras, los asirios retiraron algunas de sus fuerzas de la regiones fronterizas del norte y del noreste. En estas regiones norteñas, los medas y dos nuevos grupos de pueblos nómadas, cimerios y escitas, pudieron por tanto fortalecerse.

Senaquerib mantuvo las tierras conquistadas por su padre e incluso amenazó la frontera egipcia. Trasladó la capital de Dur Sharrukin a Nínive, donde construyó su palacio. Fue el primer gobernante asirio que utilizó la marina, con la que en el 694 a.C. persiguió a los rebeldes caldeos y les derrotó. En el 689 a.C., cuando Babilonia cooperaba con los caldeos contra Asiria, Senaquerib lanzó una serie de fieros ataques contra ambos estados, que culminaron en la captura y saqueo incluso de Babilonia, a pesar de su tradicional categoría de ciudad sagrada. El hijo de Senaquerib, Asaradón (681 - 669 a.C.), más predispuesto hacia Babilonia, ayudó a reconstruirla. Su principal éxito militar consistió en cruzar hasta Egipto y tomar Menfis, su capital. Su hijo, Assurbanipal, continuó controlando Egipto y penetrando al sur hasta Tebas. También saqueó Susa (actualmente Shush, Irán), capital de los elamitas. Aparte de su fama como conquistador, Assurbanipal destaca por la gran biblioteca que creó en su palacio de Nínive.

Fin del imperio

A la muerte de Assurbanipal, en el 627 a.C. siguió una revolución en la corte. Sobre los acontecimientos de Asiria después de esa fecha se sabe poco. Los medas tomaron la ciudad de Assur en el 614 a.C., y, con ayuda babilonia, capturaron Nínive en el 612. El ejército asirio, dirigido por el último rey asirio, Assur-Uballit II (612 - 609 a.C.), se replegó a Harran, a cierta distancia al noroeste de la capital asiria. Esta derrota supuso el final del Imperio Asirio.

A través de su historia, el poder de Asiria dependió prácticamente por completo de su potencia militar. La fuerza principal del ejército estaba compuesta por infantería ligera y pesada. Estaba equipada con picas, arcos y espadas cortas, aunque únicamente la infantería pesada iba protegida con armadura. La caballería estaba equipada de modo similar y montaba sin silla. Los carros pesados iban conducidos por tres hombres, y se utilizaban torres de asedio y arietes para atacar y romper murallas y fortificaciones.

El rey era comandante en jefe del ejército y normalmente dirigía sus campañas. Aunque en teoría era monarca absoluto, en realidad los nobles y cortesanos que le rodeaban, así como los gobernadores que nombraba para administrar las tierras conquistadas, adoptaban frecuentemente decisiones en su nombre. Las ambiciones e intrigas de éstos fueron una amenaza constante para la vida del gobernante asirio. Las revueltas y revoluciones de palacio eran habituales, especialmente hacia el final de los reinados, cuando la elección de un sucesor se convertía en un asunto crucial. Esta debilidad central en la organización y administración del imperio asirio fue en gran medida responsable de su desintegración y colapso.

Bibliografía:

Autor: Ricardo Santiago Netto. Argentina

Extensión del dominio asirio. Imperio mundial. Decadencia. Fin del imperio.

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