Planetas extrasolares

• Nota: ésta sección fue discontinuada, contiene artículos antiguos, permanece sólo por si alguien busca este tipo de información.

Descubren un nuevo planeta con importantes implicaciones

Agosto 4, 2.000

Descubren un nuevo planeta con importantes implicaciones

Londres -- Un equipo internacional de astrónomos dijo el viernes que había descubierto un nuevo planeta, posiblemente más grande que Júpiter, en un sistema solar cercano.

El planeta aún sin nombre que se mueve en órbita alrededor de Epsilon Eridani, la estrella más cercana a la Tierra que tiene un planeta circundante lo suficientemente brillante para ser observada a simple vista.

"El detectar un planeta en Epsilon Eridani -una estrella muy similar a nuestro propio Sol- es como encontrar un planeta en el fondo de nuestra casa", dijo el doctor William Cochran, líder del equipo, en una declaración.

"No sólo es un planeta cercano, además se encuentra a 478 millones de kilómetros de su estrella central, aproximadamente la distancia que hay del sol al cinturón de asteroides en nuestro sistema solar", agrega el astrónomo de la Universidad de Texas.

La distancia entre el planeta y su estrella deja abierta la posibilidad de que existan planetas similares a la Tierra cercanos a Epsilon Eridani, en una zona que Cochran dice podría ser habitable.

El equipo anunciará el descubrimiento el lunes en la Asamblea General de la Unión Astronómica Internacional, en la que 2.000 astrónomos de 87 países participarán de un encuentro de 11 días.

Se estima que el nuevo planeta, uno de varios que serán anunciados durante la reunión, es más grande que Júpiter, el planeta más grande de nuestro sistema solar.

Está compuesto principalmente por gas, y su órbita poco convencional dura algo menos de siete años, un 40 por ciento más corta que la de Júpiter.

Los astrónomos consideran que las órbitas estables, como la de la Tierra y otros planetas cercanos, son un factor importante para el desarrollo de la vida.

"Lo emocionante de este descubrimiento es que el tener un planeta tan grande en una órbita tal alejada de Epsilon Eridani significa que habría lugar para otros planetas similares a la Tierra con órbitas razonablemente estables cercanas a la estrella", explica Cochran.

Los astrónomos encontraron el planeta utilizando datos provenientes de cuatro telescopios diferentes, con tres técnicas de medición distintas.

El que Epsilon Eridani sea tan brillante y uno de los 10 sistemas de estrellas más cercanos lo hace fácilmente detectable.

"Puedes salir de noche, incluso en Austin, señalarlo y decir que esa estrella que está ahí tiene un planeta entorno suyo", agrega Cochran.

Este es el 41er planeta descubierto recientemente fuera de nuestro sistema solar. Otros tres fueron descubiertos por un equipo de la Universidad de Texas en Austin.

La asamblea general contará con 500 charlas y presentaciones. La reunión se lleva a cabo cada tres años.

La mejor técnica para buscar planetas extrasolares

05/04/2.002

La mejor técnica para buscar planetas extrasolares

Ver un débil planeta alrededor de una brillante estrella es como buscar la llama de una vela junto a un potente foco. Para solucionar este problema, los científicos de la Agencia Espacial Europea y el European Southern Observatory han desarrollado un nuevo concepto interferométrico, que podrá ser aplicado tanto en tierra como en el espacio.

El sistema, llamado NL por sus siglas en inglés (Nulling Interferometry), combina la señal de diferentes telescopios de tal manera que la luz de la estrella central se ve cancelada, facilitando la visión del planeta. Esto es posible porque la luz es una onda con picos y depresiones. En interferometría, se suelen alinear los picos para potenciar la señal. Pero en la interferometría de anulación se alinean los picos con las depresiones, haciendo que se cancelen mutuamente y provocando que la luz de la estrella desaparezca. Entonces, los posibles planetas que se encuentren alrededor de ella, y que normalmente se encontrarán descentrados, se harán visibles, ya que su luz seguirá caminos diferentes a través del sistema telescópico.

La técnica es interesante. Para ensayarla, la ESA y el ESO construirán un instrumento llamado GENIE (Ground-based European Nulling Interferometer Experiment), el cual se aplicará al Very Large Telescope (VLT), una colección de cuatro telescopios de 8 metros de diámetro situados en Chile.

Los resultados serán una buena guía para adaptar el sistema al proyecto espacial Darwin, una flotilla de satélites que se lanzará a mediados de la próxima década y cuyo objetivo, entre otros, será la búsqueda de planetas extrasolares. Constará de seis telescopios y otras dos naves individuales, configurados para el uso de la técnica interferométrica.

Con el GENIE en funcionamiento, los astrónomos podrán conseguir experiencia que después utilizarán cuando dispongan de la constelación Darwin. Se acostumbrarán a perfeccionar sus métodos de interpretación de los resultados y también localizarán las estrellas guía que utilizará el Darwin como objetivo. El GENIE buscará anillos de polvo alrededor de estas estrellas y determinará si éstos son tan densos como para ocultar los posibles planetas.

El GENIE, que estará listo en 2.006, también localizará astros llamados enanas marrones, que en realidad son estrellas que no lograron acumular suficiente masa para funcionar como tales. Se espera incluso que pueda ver directamente la luz de algunos de los planetas gigantes ya descubiertos.

La versión espacial del interferómetro será más efectiva porque evitará la interferencia de la atmósfera terrestre y porque también se podrán usar longitudes de onda más adecuadas, como el infrarrojo. Según los cálculos, el sistema Darwin podría llegar a ver un planeta de tamaño terrestre si éste estuviese a menos de 10 años luz de nosotros, gracias a observaciones de varias horas de duración. Con el VLT, ello no es posible debido a la atmósfera y por el fondo infrarrojo emitido por la propia Tierra, que obligaría (si no hubiera atmósfera), a realizar observaciones continuadas de 450 días, algo claramente inviable.

En busca de otras tierras

19/04/2.002

En busca de otras tierras

La búsqueda de planetas extrasolares es uno de los campos más interesantes de la astronomía moderna. Encontrar entre ellos a alguno semejante a nuestra Tierra, alrededor de una estrella parecida al Sol, y a una distancia adecuada para la aparición de la vida, es una de las metas más ambiciosas de los especialistas.

Son casi un centenar los planetas extrasolares descubiertos hasta la fecha, pero ninguno de ellos se parece ni remotamente al nuestro. La mayoría son gigantes gaseosos, y es que nuestras técnicas de detección aún son relativamente poco sofisticadas y carentes de la sensibilidad adecuada.

Sin embargo, nada nos impide empezar a calcular dónde podrían encontrarse los planetas "terrestres", esperando sólo a que puedan ser descubiertos cuando las herramientas telescópicas mejoren. Esta es la tarea emprendida por Barrie Jones y Nick Sleep, de la Open University, quienes opinan que la Galaxia debería contener millones de mundos casi idénticos a la Tierra.

Jones y Sleep utilizan un modelo de ordenador que permite lanzar "Tierras" en el interior de sistemas exoplanetarios conocidos, para ver cuánto tiempo durarían éstas antes de ser expulsadas por la enorme garra gravitatoria de sus vecinos gaseosos gigantes.

Tras varias simulaciones, se pueden establecer órbitas estables, algunas de las cuales se encuentran en el interior de las "zonas habitables" de cada sistema planetario, regiones donde las temperaturas son adecuadas para mantener agua en estado líquido, un requisito para la aparición y mantenimiento de la vida.

Así, cualquier "Tierra" encontrada dentro de una de estas zonas sería un candidato potencial a ser el hábitat de formas de vida desconocidas. En cambio, en algunos exosistemas, uno o más planetas gigantes se encuentran demasiado próximos a la zona habitable para que las "Tierras" puedan permanecer en una órbita estable.

El sistema más parecido al nuestro, hasta la fecha, es el de 47 Ursae Majoris, una estrella de tipo solar, algo más vieja que nuestro Sol. Esto significa que está algo más caliente y es más luminosa que este último, con lo que su zona habitable se encuentra algo más alejada. Se extiende entre 1 y 1,9 unidades astronómicas (1 UA es la distancia media entre la Tierra y el Sol, unos 150 millones de km), mientras que la del Sistema Solar va de 0,8 a 1,7 UA (desde la órbita de venus hasta la de Marte).

47 UMa posee al menos dos planetas gigantes girando a su alrededor. El más interior tiene una masa 2,54 veces la de Júpiter, mientras que el exterior es más pequeño, quizá incluso más que nuestro gigante joviano. Sin embargo, ambos se encuentran más cerca de la estrella que Júpiter del Sol, no muy lejos de la frontera de la zona habitable. Los cálculos indican, a pesar de todo, que un planeta terrestre podría sobrevivir en varias órbitas dentro de dicha zona habitable.

47 UMa es sin duda un sistema que merece ser estudiado en el futuro, en busca de planetas parecidos a la Tierra y con posibilidades de albergar vida.

Los cálculos realizados hasta ahora sugieren que una proporción considerable de los sistemas exoplanetarios conocidos podría contener "Tierras" habitables. Si esto es así, podrían ser muy abundantes en nuestra galaxia, quizá más de 1.000 millones.

Planetas jóvenes en Beta Pictoris

26/04/2.002

Planetas jóvenes en Beta Pictoris

Dos equipos independientes de astrónomos, estudiando las características del disco de polvo que rodea a la estrella Beta Pictoris, han confirmado la existencia de signos que sugieren la presencia de planetas en un estado temprano de formación. Hasta hace poco había sólo pruebas sobre el propio disco protoplanetario.

Los especialistas creen que este tipo de cinturones de polvo son una condición previa a la formación de planetas alrededor de estrellas jóvenes, pero su propia presencia no implica necesariamente que éstos ya estén presentes, o al contrario, que no hayan empezado a condensarse.

Beta Pictoris es una estrella muy próxima y una de las que hemos podido describir con mayor detalle su disco protoplanetario. Su cercanía y el uso de nuevas herramientas de alta sensibilidad, como los telescopios del William Myron Keck Observatory, que pueden obtener imágenes en el infrarrojo, están ayudando mucho a confirmar la teoría que sugiere que el sistema ya tiene algunos planetas a su alrededor, en plena fase de formación.

Anteriormente, el telescopio espacial Hubble había descubierto una doble distorsión en el disco, producida seguramente por uno o más planetas invisibles. Ahora, además, el telescopio Keck II, instalado en la cima volcánica del Mauna Kea, en Hawai, ha puesto de manifiesto que el polvo confinado en la región orbita en un plano que está ligeramente desplazado (14 grados) con respecto al disco exterior. Dicho desplazamiento, además, se encuentra en la dirección opuesta a la distorsión encontrada por el Hubble.

Según David Koerner y Zahed Wahhaj, de la University of Pennsylvania, quienes utilizaron la cámara infrarroja MIRLIN aplicada al Keck II, y Alycia Weinberger, de la Carnegie Institution of Washington, Eric Becklin y Ben Zuckerman, de UCLA, quienes usaron el Long Wavelength Spectrometer (LWS) sobre el Keck I, hasta ahora conocíamos algunas características del disco, como agujeros interiores, anillos estrechos, variaciones de brillo, distorsiones, etc., que podían ser debidas a la presencia de planetas. El problema es que estas anomalías se encuentran en zonas externas, comparadas con las que en el Sistema Solar son recorridas por nuestros planetas, y por tanto pueden explicarse mediante otros fenómenos gravitatorios. Ahora, por fin, gracias al Keck, hemos podido ver una distorsión en el plano del disco que se encuentra a distancias de 5 a 30 unidades astronómicas (una UA es la distancia media entre el Sol y la Tierra, 150 millones de kilómetros). Es decir, posiciones en las que pueden hallarse planetas de tipo joviano, capaces de influir gravitatoriamente en su entorno.

Las diferentes inclinaciones de las órbitas de granos de polvo (la única materia visible en las imágenes), se parecen a las de las órbitas planetarias que podemos hallar en nuestro propio Sistema Solar. Así, la órbita de Plutón está inclinada 17 grados con respecto a la de la Tierra, y la de Mercurio, 7 grados.

La información obtenida mediante el espectrómetro nos indica que, en la posición de la nueva distorsión descubierta, el disco está compuesto por pequeñas partículas de silicatos más calientes de lo esperado. Es posible que el planeta que crea la distorsión produzca más colisiones de rocas en sus cercanías.

Beta Pictoris es una estrella de unos 20 millones de años de edad, situada a 63 años luz de la Tierra. En 1.983, gracias al satélite IRAS, se descubrió su disco de polvo, así como otro alrededor de la estrella Vega.

"Platillo volante" en Ofiuco

10/05/2.002

Estudiando las imágenes infrarrojas tomadas mediante dos telescopios del European Southern Observatory, los astrónomos han localizado un objeto de extraña apariencia que no es sino el disco polvoriento y opaco de un sistema planetario en formación, alrededor de una estrella joven en nuestra propia galaxia, la Vía Láctea.

Debido a su aspecto, los científicos lo han bautizado como "Platillo Volante". Su descubrimiento ha sido casual, durante un programa de investigación independiente en la región de Ofiuco. Los astrónomos creen que así debió ser nuestro Sistema Solar en su infancia.

Se trata de un ejemplo perfecto de estrella joven rodeada de un disco de materia en el que se están formando, o se formarán pronto, planetas. El cuerpo estelar se halla además lejos de cualquier zona de peligro que amenace la integridad de su disco, a diferencia de otras estrellas cuyas estructuras protoplanetarias se ven destruidas por la existencia de estrellas mucho más masivas en sus cercanías. La radiación de estas últimas "barre" su territorio, impidiendo que se formen planetas.

Vista con el New Technology Telescope, de 3,6 metros de diámetro, y con el Very Large Telescope de 8,2 metros, la estrella que se encuentra en el centro del "Platillo Volante" parece tener una larga y tranquila vida por delante, como ha ocurrido con nuestro Sol.

Según los cálculos, la masa del disco de gas y polvo observado es al menos dos veces la de nuestro planeta Júpiter. Su radio es de unos 45.000 millones de kilómetros, es decir, cinco veces el tamaño de la órbita de Neptuno.

Las partículas que forman el disco colisionarán poco a poco entre ellas, pegándose las unas a las otras y formando estructuras cada vez más grandes y masivas. Después de varios millones de años, uno o varios planetas adornarán las proximidades de la estrella.

Dos arquitecturas para encontrar planetas como la Tierra

13/05/2.002

Dos arquitecturas para encontrar planetas como la Tierra

La iniciativa Terrestrial Planet Finder, una misión que tratará de localizar planetas extrasolares parecidos al nuestro, ha realizado otro paso adelante. La NASA ha seleccionado dos posibles arquitecturas o conceptos que indicarán el camino a seguir, así como el tipo de tecnología que habría que desarrollar para hacerla realidad.

Los dos métodos utilizan diferentes aproximaciones para un mismo objetivo: bloquear la luz de la estrella madre para así poder observar y fotografiar sus planetas, mucho más débiles, una operación que se ha comparado con localizar una luciérnaga próxima a un potente foco de luz. La misión también pretende caracterizar las superficies y las atmósferas de los planetas que se encuentren, así como buscar la firma química de la vida.

Las dos arquitecturas candidatas son el Infrared Interferometer y el Visible Light Coronagraph. El primero es un grupo de pequeños telescopios situados en una estructura fija, o quizá separados y volando en formación a bordo de varios vehículos. Este sistema interferométrico simulará la capacidad de un telescopio mucho mayor. La técnica que empleará para enmascarar la luz de la estrella observada permitirá su reducción en un factor de un millón, suficiente para detectar la emisión infrarroja muy débil de los planetas. Por su parte, el segundo concepto es un telescopio óptico más grande, con un espejo principal 3 ó 4 veces mayor que el del Hubble, y al menos 10 veces más preciso. Su potencia permitiría recoger la luz debilísima reflejada por los planetas, gracias también a un coronógrafo capaz de reducir la luz de la estrella en un factor de 1.000 millones.

El proyecto Terrestrial Planet Finder, que está siendo estudiado por el Jet Propulsion Laboratory, está en marcha desde hace 2 años y medio. Los especialistas han examinado hasta 60 posibles diseños elaborados por cuatro grupos académicos distintos, y han concluido que las dos arquitecturas seleccionadas tienen una mayor oportunidad de éxito. El próximo paso será continuar profundizando en estos dos conceptos, examinando la tecnología que será necesario desarrollar para que el TPF pueda ser lanzado al espacio a mediados de la próxima década.

El JPL y la NASA seleccionarán la arquitectura ganadora en 2.005 o 2.006. Para su financiación, contarán quizá con una cierta colaboración internacional.

Un sistema solar parecido al nuestro

21/06/2.002

Un sistema solar parecido al nuestro

Después de 15 años de continuado trabajo, el equipo de buscadores de planetas extrasolares más exitoso del mundo cree haber encontrado un sistema planetario relativamente semejante al nuestro. La estrella progenitora es 55 Cancri, y se halla en la constelación de Cáncer.

Hasta ahora, explican Geoffrey Marcy, de la University of California, Berkeley, y Paul Butler, de la Carnegie Institution of Washington, todos los planetas detectados (en su mayoría parecidos a nuestro Júpiter), se encontraban o muy cerca o muy lejos de su estrella madre. Esto dificulta en gran medida la existencia junto a ellos de otros planetas más pequeños y sólidos, como la Tierra, a distancias adecuadas para la vida.

Pero 55 Cancri es diferente, porque el planeta joviano que ha sido descubierto a su alrededor se encuentra a una distancia de su estrella casi idéntica a la de Júpiter respecto al Sol.

La estrella estudiada, de un tipo también parecido al Sol (tiene 5.000 millones de años y se encuentra a 41 años luz de la Tierra), ya era conocida por poseer otro planeta joviano, descubierto en 1.996 por Butler y Marcy. Este astro gira muy cerca de la estrella, a apenas una décima parte de la distancia que existe entre la Tierra y el Sol, y tarda sólo 14,6 días en dar una vuelta completa.

El nuevo planeta, sin embargo, se halla a 5,5 unidades astronómicas (UA) de 55 Cancri, es decir, a una distancia no muy distinta de las 5,2 UA que separan Júpiter del Sol. Sin embargo, es más masivo que Júpiter, ya que tiene entre 3,5 y 5 veces más masa que éste. Su órbita es algo elíptica y la recorre cada 13 años (por su parte, Júpiter tiene un período orbital de 11,86 años).

Obviamente, 55 Cancri no tiene un sistema planetario igual al nuestro, pero todo indica que los astrónomos se van aproximando a ésta meta. Se están investigando 1.200 estrellas en estos momentos, y se espera que algunas de ellas posean también grandes planetas gaseosos a distancias de más de 4 UA, como ocurre con el Sistema Solar.

Los cálculos realizados por Greg Laughlin, de la University of California, Santa Cruz, indican que un planeta terrestre como el nuestro podría sobrevivir en una órbita estable entre los dos gigantes de 55 Cancri. Pero por el momento no somos capaces de detectarlo, si es que existe. La estrella, además, podría tener aún otro planeta (del tamaño de Saturno) a unas 0,24 UA de distancia, ya que los dos planetas encontrados no explican por sí solos los movimientos experimentados por 55 Cancri.

Lo que sí parece claro es que si los astrónomos empiezan a encontrar sistemas extrasolares cada vez más parecidos al nuestro, van a necesitar cuanto antes instrumentos y telescopios como la Space Interferometry Mission o el Terrestrial Planet Finder, cuyo poder permitirá localizar planetas análogos a la Tierra. 33 Cancri será un candidato perfecto para las primeras observaciones del Terrestrial Planet Finder, un vehículo espacial que tratará de detectar planetas con un tamaño similar a nuestro mundo.

Pero los recientes trabajos de Marcy, Butler y sus colegas van mucho más allá de lo relatado. En realidad, han anunciado el descubrimiento de 13 nuevos planetas extrasolares, incluyendo el más pequeño jamás catalogado. Este último gira alrededor de HD49674, en la constelación de Auriga, y lo hace a sólo 0,05 UA de su estrella. Su masa, además, es apenas 40 veces la de la Tierra (un 15 por cuento de la de Júpiter). Incluso con los medios actuales, los astrónomos están consiguiendo detectar mundos cada vez más pequeños.

Con estos descubrimientos, el número de planetas extrasolares conocidos se eleva ya a más de 90.

Un disco alrededor de una estrella

05/07/2.002

Un disco alrededor de una estrella

Un grupo internacional de astrónomos ha anunciado el descubrimiento de una estrella parecida a nuestro Sol que resulta eclipsada, no por otra estrella, un planeta o una luna, sino por granos de polvo, rocas o quizá asteroides, que orbitan alrededor de ella formando un disco con zonas densas.

Las sucesivas ocultaciones sufridas por la estrella son una gran oportunidad para los astrónomos, ya que su seguimiento durante meses y años permitirá estudiar la evolución de este tipo de discos estelares, origen de sistemas planetarios como el nuestro.

La estrella investigada por el grupo encabezada por Catrina Hamilton y William Herbst, de la Wesleyan University, se llama KH 15D y se encuentra en la constelación de Monoceros, a unos 2.400 años luz de la Tierra. Forma parte de un bien conocido cúmulo de estrellas jóvenes denominado NGC 2.264, cerca de la nebulosa "Cono". Estas regiones son un lugar de nacimiento de estrellas, y de hecho KH 15D tiene todo el aspecto de ser muy joven, quizá apenas 3 millones de años.

Las observaciones de KH 15D han sorprendido a los astrónomos porque su luz llega a nosotros de forma extraña. Unas veces se la puede ver con su brillo normal, otras ha desaparecido por completo del cielo. Se ha puesto así de manifiesto un ciclo concreto, durante el cual el astro se apaga cada 48,3 días, permaneciendo muy débil durante unos 18 días. La repetición estricta de este patrón y otras características ha permitido comprobar que algo orbita alrededor de la estrella, ocultando su luz de manera regular. Los astrónomos conocen a muchas estrellas que son eclipsadas por compañeras, pero el caso de KH 15D es extremo puesto que permanece oculta durante ⅓ del período orbital de la materia que gira a su alrededor. Ningún objeto podría hacer algo así, ya que debería ser muy grande, así que debemos pensar en granos de polvo, rocas o asteroides situados en un densísimo arco.

Para aclarar la cuestión, Herbst y Hamilton organizaron un programa internacional de observaciones durante el otoño, el invierno y la primavera de 2.001/2.002, intentando no perderla de vista ni un momento. Han colaborado diversos observatorios de todo el mundo, estratégicamente situados. Los datos obtenidos confirman el patrón básico ya conocido, pero añaden más información al problema. En vez de una masa de materia eclipsando la estrella cada 48,36 días, podría haber dos masas orbitando con un período de 96,72 días. Serían similares pero no idénticas. Además, el color del objeto cambia de forma inusual. Es más azul cuando es más débil, mientras que todos hemos visto al Sol hacerse más rojo cuando disminuye su brillo debido a la atmósfera, durante su ocultación tras el horizonte. Esto sugiere que podríamos no estar viendo la estrella directamente durante los momentos en que su luz es mínima, sino que estaríamos contemplando la luz reflejada por la materia.

Es probable que KH 15D posea algún objeto masivo, como un planeta, a su alrededor, ya que se necesita un cuerpo que controle gravitatoriamente las acumulaciones de materia que ocultan a la estrella. De lo contrario, éstas se difuminarían pronto para dar forma sólo a un disco uniforme.

El planeta número 100

20/09/2.002

El planeta número 100

Astrónomos británicos, australianos y americanos han empleado el telescopio A.A.T. de 3,9 metros de diámetro para descubrir el planeta extrasolar número 100. Los científicos han empezado a ver patrones en las órbitas de ésta creciente familia, lo que proporcionará pistas sobre cómo se han formado sus integrantes.

El nuevo planeta, con una masa similar a la de nuestro Júpiter, gira alrededor de la estrella Tau 1 Gruis con un período de cuatro años. Se encuentra a unos 100 años-luz de nosotros, y a una distancia de su estrella que es unas tres veces la que separa la Tierra del Sol.

Según Hugh Jones, de la Liverpool John Moores University, el sucesivo hallazgo, cada vez con mayor precisión, de planetas extrasolares, nos está permitiendo entender mejor cómo se formaron. Se han identificado ya dos patrones claramente diferenciados: planetas que se encuentran muy cerca de su estrella, y planetas que orbitan mucho más lejos. El de Tau 1 Gruis se encuentra enmarcado en este segundo grupo.

Los teóricos trabajan para averiguar por qué existe ésta diferenciación. Mientras, los programas de búsqueda tratan de encontrar algún sistema planetario extrasolar que se parezca al nuestro. En el hemisferio sur, el Anglo-Australian Telescope está colaborando en ésta iniciativa.

Según las estadísticas, uno de cada cinco planetas extrasolares descubiertos se halla muy cerca de su estrella, mostrando períodos de 5 a 50 días. El resto de planetas gigantes se halla a distancias mucho mayores, lo que sugiere que se formaron en órbitas semejantes a la de Júpiter. Dependiendo de las características del sistema planetario en su fase más temprana, la mayoría de los planetas gigantes probablemente se acercarán a su estrella, cayendo en espiral hacia ella, hasta que alcancen un punto en el que la falta de fuerzas de fricción detenga su migración.

Para detectar planetas extrasolares, los astrónomos utilizan una técnica muy precisa que mide el movimiento de la estrella madre en el espacio, afectado por la gravedad del planeta. Aunque este último sea invisible, su atracción gravitatoria hace que su estrella se mueva hacia adelante y hacia atrás, un movimiento que se puede detectar gracias al efecto Doppler que adquiere la luz del cuerpo estelar, vista desde la Tierra. El equipo del ATT puede detectar cambios de velocidad de hasta 3 m/s, suficiente para encontrar planetas.

Planeta extrasolar en sistema binario

18/10/2.002

Planeta extrasolar en sistema binario

Los astrónomos del proyecto McDonald Observatory Planet Search han encontrado un planeta que gira alrededor de una estrella muy particular. Esta estrella forma parte de un sistema binario, es decir, está muy cerca de otra con la cual forman un grupo gravitatoriamente relacionado.

El descubrimiento es interesante y tendrá influencia en nuestros cálculos sobre el número de planetas que podrían existir en el Universo. Sobre todo si tenemos en cuenta que la mayoría de estrellas viven en sistemas binarios, y que el caso de nuestro Sol, que es un cuerpo estelar solitario, es en cierta manera poco habitual.

Algunos astrónomos pensaban que era difícil que se desarrollaran planetas alrededor de estrellas en sistemas binarios cuyos componentes están muy próximos entre sí. Si bien ambos giran alrededor de un centro de gravedad común, las perturbaciones afectarían al proceso de formación planetaria. De hecho, todos los planetas extrasolares descubiertos hasta ahora se hallan alrededor de estrellas solitarias o en sistemas binarios donde los componentes están muy alejados y actúan de forma prácticamente independiente. El hallazgo de un planeta en un sistema binario tan cerrado es pues sumamente interesante, ya que amplía en gran medida su número teórico en el Universo.

Artie Hatzes, del Thueringer Landessternwarte Tautenburg, Bill Cochran, del UT-Austin McDonald Observatory, y otros colegas, localizaron el planeta girando alrededor de la estrella más grande del sistema Gamma Cephei, situado a 45 años luz de distancia, en la constelación de Cefeo. La estrella principal tiene 1,59 veces la masa de nuestro Sol, y el planeta 1,76 veces la de Júpiter. La órbita de este último se encuentra a una distancia de unas 2 unidades astronómicas de su estrella, algo así como la órbita de Marte. La segunda estrella, por su parte, es relativamente pequeña y se encuentra a entre 25 y 30 unidades astronómicas, la posición que ocupa Urano en nuestro sistema solar.

Cochran y su equipo han estado observando Gamma Cephei desde 1.988, siempre con el Harlan James Smith Telescope, de 2,7 metros de diámetro, instalado en el McDonald Observatory. Con anterioridad, se había observado con el Canada-France-Hawaii Telescope, lo que implica una secuencia de seguimiento que abarca unos 20 años.

Algunos astrónomos pensaban que la pequeña variación detectada en la emisión de luz del sistema binario, que se producía cada 2,5 años, era debida a un proceso físico en las estrellas. Pero ahora, con suficientes datos y ciclos de observación acumulados, creen que el responsable del fenómeno es un planeta.

Gamma Cephei es un cuerpo estelar de tercera magnitud, y por tanto puede verse a simple vista. Sin embargo, ni siquiera los más potentes telescopios pueden desdoblarlo claramente en sus dos componentes individuales, debido a su proximidad.

Editor: Ricardo Santiago Netto (Administrador de Fisicanet).

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