Pulsar B1951+32 y el residuo de supernova CTB 80

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Un pulsar demasiado joven

22/03/2.002

Un pulsar demasiado joven

Radioastrónomos del Very Large Array (VLA) han encontrado un púlsar, una estrella de neutrones superdensa que gira muy rápidamente, cuya edad es inferior a lo que se creía anteriormente. Este descubrimiento, junto a otro en el año 2.000 de un púlsar que era más viejo de lo que se pensaba, despierta muchas incógnitas sobre nuestras teorías de cómo nacen y se desarrollan estos objetos.

La primera conclusión a la que llegamos, indica Bryan Gaensler, del Harvard-Smithsonian Center for Astrophysics, es que cada púlsar es un cuerpo muy complicado por sí mismo. Ello dificulta su clasificación en categorías específicas.

Los radioastrónomos estudiaron el púlsar llamado B1951+32 y el residuo de supernova CTB 80, ambos a casi 8.000 años luz de la Tierra. Esta última es el resto de la explosión de una estrella gigante, la cual colapsó en una estrella de neutrones superdensa.

A partir de las observaciones del púlsar y de la supernova desde 1.989 hasta 2.000 con el VLA, los científicos pudieron medir el movimiento del púlsar, el cual, descubrieron, se está directamente moviendo hacia fuera del centro de la nube que forman los restos de la explosión.

Normalmente, si vemos un púlsar y un resto de supernova muy juntos, tenderemos a pensar que el primero nació con la explosión, en el centro de la nube en expansión. Pero ésta es la primera vez que las mediciones indican que el púlsar se aleja del centro del evento.

Siguiendo el movimiento del púlsar durante más de una década, los astrónomos pudieron calcular que viaja a través del espacio a una velocidad aproximada de unos 800.000 km/h. A ésta velocidad, el púlsar ha necesitado 64.000 años para recorrer la distancia desde su punto de origen, el punto de la explosión supernova. Por tanto, el púlsar tendría ahora una edad de 64.000 años.

Pero hay otro método para determinar la edad de un pulsar. Consiste en medir la velocidad de rotación del objeto y la rapidez con la que ésta se reduce poco a poco (debido a que su poderoso campo magnético actúa como una dinamo, emitiendo luz, ondas de radio y otros tipos de radiación electromagnética, energía perdida que hará disminuir el índice de rotación de forma paulatina). Para B1951+32, se determinó una edad de unos 107.000 años, claramente superior a la indicada por el otro método.

Hasta ahora se asumía que todos los púlsares nacieron girando más rápido de lo que podemos apreciar ahora en ellos, que sus características físicas como su masa y la intensidad de su campo magnético no cambian con el tiempo, y que el ritmo de reducción de la velocidad de rotación puede ser estimado aplicando la física de un imán girando en el vacío. Pero con un púlsar más viejo de que lo que se creía y con otro más joven, estos tres conceptos básicos deben ser cuestionados, y por tanto serán necesarias nuevas investigaciones más precisas que mejoren nuestra teoría sobre estos objetos.

El radiopulsar más joven

31/05/2.002

El radiopulsar más joven

El Green Bank Telescope, un gigantesco radiotelescopio estadounidense de 105 metros de diámetro, ha descubierto el púlsar más joven conocido que emite ondas de radio. Tiene 820 años de edad y está asociado a un resto de supernova situado a 10.000 años luz de la Tierra, en la constelación de Casiopea.

El GBT es un radiotelescopio prácticamente nuevo, y por tanto éste es uno de sus primeros descubrimientos científicos. Se encuentra instalado en West Virginia y es capaz de realizar "escuchas" muy sensibles.

Los púlsares, estrellas de neutrones que son el resultado de una gran explosión supernova, una estrella que ha llegado al fin de sus días, son acontecimientos que se producen muy raramente, al menos en nuestro barrio cósmico. Por eso es poco habitual poder observar un púlsar joven.

En 1.181, "astrónomos" chinos y japoneses registraron la presencia de una "nueva estrella" en el cielo. Sus restos, gases en expansión, son bien visibles hoy en día a través de un telescopio potente (una especie de nebulosa llamada 3C58), pero el púlsar, el corazón comprimido de la estrella gigante roja que dio lugar al inmenso estallido, aún no había sido detectado. A finales de 2.001, y gracias al telescopio espacial de rayos-X Chandra, su presencia fue confirmada. Pero si bien el astro era visible a través de los rayos-X, los radiotelescopios, que rastrean en las frecuencias de las radioondas, no habían conseguido observarlo aún. La razón es que sus emisiones de radio son muy débiles, 250 veces menos potentes que otro radiopúlsar, mucho más famoso, situado en la nebulosa del Cangrejo (cuya supernova fue observada en 1.054 por astrónomos chinos).

Fue necesaria la puesta en marcha del GBT, con su gran sensibilidad, para que por fin pudiéramos detectar el púlsar, ahora llamado PSR J0205+6449. La citada estrella de neutrones gira alrededor de sí misma unas 15 veces por segundo.

La detección de este púlsar en la región de las ondas de radio del espectro electromagnético ayudará a los astrofísicos a seguir su evolución con mayor flexibilidad y facilidad que con los telescopios de rayos-X situados en satélites espaciales, cuyo programa de observaciones suele estar siempre muy lleno.

Con una observación continuada desde tierra, podremos saber cómo varía su ritmo de giro a medida que transcurre el tiempo, e intentar averiguar qué hace que este ritmo descienda poco a poco.

El GBT estará asimismo disponible para localizar otros púlsares muy jóvenes que hasta ahora habían pasado desapercibidos, un dato necesario para realizar un censo lo más completo posible.

El gran devorador

14/06/2.002

El gran devorador

Científicos del Massachusetts Institute of Technology han encontrado un púlsar en un sistema binario que ha reducido a su compañera estelar hasta la mínima expresión. Su enorme fuerza gravitatoria ha robado poco a poco casi toda la materia de la estrella, cuya masa es ahora de sólo diez veces la de Júpiter.

Debido a la asimilación, la citada estrella ya no puede considerarse como tal, siendo el fenómeno una prueba palpable de que las estrellas de neutrones situadas en sistemas binarios pueden quitarle la materia a sus compañeras, aumentando al mismo tiempo de forma dramática su ritmo de giro. Es así como se convertirán en un púlsar emisor de ondas de radio, operando en solitario y girando en ocasiones a miles de veces por segundo. Este es el tipo de púlsar más conocido en nuestra Vía Láctea.

La pobre compañera del púlsar era en el pasado una estrella naranja de aproximadamente la mitad de la masa de nuestro Sol (unas 500 veces la masa de Júpiter). En un futuro más o menos lejano, acabará por desaparecer.

El púlsar, llamado XTE J0929-314, fue descubierto por Ron Remillard, Jean Swank y Tod Strohmayer a mediados de mayo de 2.002, durante un rastreo rutinario del cielo por parte del satélite Rossi X-ray Timing Explorer, un vehículo sensible a los rayos-X. Posteriores observaciones permitieron desvelar las particulares propiedades del sistema.

El XTE J0929-314 gira sobre sí mismo 185 veces por segundo. Su gravedad arranca la materia de la otra estrella, que forma un disco de acreción a su alrededor, una senda en espiral por la que la materia cae. El viaje es claramente visible gracias a los rayos-X. La energía orbital del objeto canibalizado pasa a la estrella de neutrones, que así girará cada vez más rápido.

El púlsar gira alrededor de su compañera una vez cada 43 minutos. El sistema binario, de hecho, podría quedar encajado dentro de la órbita que sigue la Luna alrededor de la Tierra, cuyo período es de un mes.

El recién descubierto sistema es particularmente valioso para los astrónomos porque no se encuentra en dirección al centro galáctico, con lo que se ve menos afectado por los campos de estrellas, el polvo y el gas interestelar, que afectan a las observaciones, interfiriéndolas.

Autor: Sin datos

Editor: Ricardo Santiago Netto (Administrador de Fisicanet)

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