Historia de la formación profesional

En épocas remotas, el hombre tuvo la preocupación de aprender y hacer sus propios utensilios y bienes con el sentido de la sobrevivencia. Generalmente las tareas a desarrollar eran las mismas que la de sus padres o antecesores, por lo tanto el aprendizaje era meramente intuitivo, por observación, imitación e iniciativa personal. En la Edad Media, el maestro enseñaba el oficio a sus aprendices, los cuales a través del tiempo y la experiencia iban convirtiéndose, primero en trabajadores idóneos y luego en maestros. Los métodos de transmisión de conocimientos eran asistemáticos, donde cumplía un papel preponderante en el aprendizaje la observación y la imitación. La situación en aquellas épocas tenía una tendencia a la estabilidad y conservadurismo, como también al conformismo de los integrantes de la sociedad.

Con el advenimiento de la Revolución Industrial cobraron importancia los términos industria, oficio y comercio. De este modo se tomo como bandera el "cambio" para poder sobrevivir o crecer, dejándose de lado la "permanencia". La inserción de la máquina dejó de lado la fuerza física del hombre y exigió para éste un conocimiento manipulativo de las mismas. Por lo tanto el conocimiento de un oficio sería más profundo y no sólo limitado a la imitación y observación. La transferencia de conocimientos que realizaban maestros o padres ahora era ejercida por las fábricas, que daban al obrero una sencilla capacitación para el uso de máquinas que en la actualidad nos resultarían más que simples.

A medida que aumentó la complejidad de las maquinarias, la capacitación debía ser ejercida por personas más profesionalizadas, función ésta que escapaba a la órbita de las fábricas. Allí surge la formación de escuelas capaces de formar la mano de obra requerida. Surge de éste modo, a fines del siglo XIX, las primeras escuelas de artes y oficios, para enseñar sistemática y ordenadamente oficios y ocupaciones en el área industrial, comercial y agrícola.

Estas escuelas de formación profesional capacitaban al hombre meramente en contenidos programáticos para ejercer el trabajo y aumentar el rendimiento laboral y productivo. Sólo satisfacían el carácter meramente económico de las fábricas o empresas. La formación profesional tenía el objetivo limitado de adecuar al hombre para el trabajo y por el trabajo. El hombre adquiría un bagaje de conocimientos limitado a su área de trabajo, se restringían las prácticas educativas tendientes a ampliar la visión del individuo respecto de sí mismo, de la comunidad y del mundo.

Prevalecía en esa época el concepto de entregar al mercado laboral por parte de la formación profesional sólo hombres adiestrados para el trabajo, es decir, se preparaban profesionales y no hombres. El avance tecnológico, científico y de las ciencias sociales mostraba que la mera instrucción del hombre ya no satisfacía los reclamos de la una sociedad dinámica y en transición. La escuela debió entonces adaptarse a las circunstancias y ejercer una formación más integral, para que el hombre pudiera desarrollar a pleno todo su potencial como tal. En éste caso la formación profesional no sólo daría al aprendiz el adiestramiento de las operaciones propias al oficio sino además el perfeccionamiento de su personalidad.

Dentro de la perspectiva citada, debe entenderse a la formación profesional como un proceso educativo con un conjunto de objetivos tales como profesionales, intelectuales y morales.

Todos los esfuerzos se orientan entonces hacia un sistema de enseñanza que lleve a los educandos hacia una formación integral, capaz de salir de la escuela con los instrumentos necesarios para su adecuación en la sociedad, posibilitando a éste acompañar la evolución social y ajustarse a la misma. En la actualidad la formación profesional tiene por objetivos descubrir y desarrollar aptitudes humanas para una vida activa productiva y satisfactoria, mejorar las aptitudes individuales para comprender individual y colectivamente todo lo concerniente a las condiciones de trabajo y el medio social.

Será necesario entonces que la formación profesional capacite con las siguientes características:

CINTERFOR

En el año 1.964 fue creada una agencia dentro de la esfera de la Organización Internacional del Trabajo tendiente a la investigación y documentación de los procesos de formación profesional.

Dicha agencia fue denominada Centro Interamericano de Investigación y Documentación sobre Formación Profesional CINTERFOR. Esta agencia está dedicada exclusivamente a coordinar los esfuerzos de las instituciones y organismos dedicados a la Formación Profesional en ésta región.

La formación profesional en la Argentina

En la década del 70 se crea en la esfera del C.O.N.E.T. La Dirección General de Formación Profesional, dedicada a la organización de futuros cursos de formación profesional tendientes a crear mano de obra especializada y dar una salida laboral a sus alumnos. A casi fines de la década del 70 se abre el primer centro de formación profesional de Capital Federal denominado provisoriamente E.N.E.T. N° 43 y ubicado en el barrio de Barracas, luego sería denominado Centro Nacional de Formación Profesional N° 1.

A través del tiempo fue incrementándose la cantidad, lo que hace que a fines del siglo XX tengamos más de 25 centros de Formación Profesional, municipales y en convenio con sindicatos y asociaciones civiles en Capital Federal, y más de una decena de Centros de Formación Profesional Anexos a Escuelas Técnicas. La Formación Profesional instituida en la Argentina se centró en los adolescentes mediante el aprendizaje de oficios universales, para lo cual las instituciones crearon la infraestructura apropiada, construyendo y equipando centros con características semejantes a las empresas y apoyándose en ellas para realizar etapas productivas contempladas en los programas formativos. Estos cursos se dictan en horarios diurnos. En horarios vespertinos y nocturnos, los Centros de Formación Profesional centraron su tarea hacia los adultos, para complementar, perfeccionar y especializar a los trabajadores. En un primer momento los cursos se referían a oficios universales y simples, tales como tornería, electricidad, carpintería, mecánica y otros relacionados con la industria. El dinamismo social y económico hizo cambiar el enfoque de la Formación Profesional, generándose cursos hacia las actividades comerciales, de servicios, y posteriormente la rama agropecuaria. La disminución en la capacidad de absorción de mano de obra por parte de las empresas dio lugar a emprender nuevas acciones orientadas hacia la pequeña y mediana empresa, los sectores marginales urbanos y rurales, las mujeres y los trabajadores independientes, dándole mayor atención al aspecto social de la formación.

En la actualidad se toma al hombre como centro del proceso formativo, en lugar que lo sea el puesto de trabajo como en los comienzos de la Formación Profesional. El hombre pasa a ser sujeto protagónico de los programas de formación, desarrollando completamente sus capacidades, no sólo sus aptitudes profesionales. Las instituciones de formación profesional en la actualidad deben responder de manera eficiente y eficaz a las demandas reales, económicas y sociales de la comunidad, y no se limiten simplemente a impartir formación sólo en aquellas áreas para las que dispone capacidad instalada.

Los procesos formativos no pueden ignorar que el trabajo, como técnica, es el resultado de la aplicación de principios científicos, y si las acciones se dirigen exclusivamente al aprendizaje de competencias específicas, cuyos fundamentos científicos y tecnológicos no son comprendidos, la formación resulta un simple adiestramiento que no configura un aprendizaje real, pues la inteligencia del trabajo es parte integrante de la propia definición de la actividad productiva.

Características de la formación profesional

Los conceptos fundamentales de una política pedagógica forman un conjunto estrechamente relacionado que es válido para todas las modalidades de acción y que sintetiza las siguientes características de la Formación Profesional:

Abierta

Debe permitir a las personas tener acceso a todo el proceso formativo que consideren necesario, con independencia de su nivel educativo, condiciones económicas, sociales, políticas, religiosas, étnicas y culturales.

Integral

Debe considerar al hombre en todas sus potencialidades y ofrecerle elementos pedagógicos orientados hacia "aprender a aprender", a "hacer" y "ser", facilitándole su realización y los desarrollos personal, comunitario y laboral.

Contínua

Debe facilitar el desarrollo progresivo de las personas durante toda su vida.

Con énfasis en el aprendizaje (más que en la enseñanza)

Debe atender prioritariamente la actividad de quien aprende, creando condiciones facilitadoras.

Con énfasis en procesos (más que en los contenidos)

Debe estimular el desarrollo de capacidades y actitudes para identificar, analizar y relacionar elementos de la realidad económica, política, social y personal.

Atenta a las diferencias individuales

Debe tener en cuenta las características, experiencias, intereses, condiciones, posibilidades y limitaciones de la persona que aprende, con el fin de adecuar métodos, medios y contenidos facilitadores del aprendizaje.

Sistémica

Los diferentes elementos que componen el sistema de formación deben interactuar en forma ordenada en función de objetivos claramente determinados y retroalimentarse de modo de producir cambios internos y que generen productos para transformar el medio.

Basada en la realidad

Debe basarse en los estudios de los procesos tecnológicos, económicos, sociales y culturales, y responder a las necesidades y características de la población.

Flexible

Debe ofrecer una respuesta apropiada a cada situación, mediante módulos que atiendan necesidades específicas de formación.

Activa

Debe fundarse en el "aprender haciendo", como elemento básico, porque el aprendizaje se consolida mediante la ejecución personal de actividades que permitan comprender con claridad los procesos y los principios, así como adquirir habilidades.

Innovadora

Debe formar al hombre con visión de futuro, estimulando su autenticidad, su libertad, su creatividad, su capacidad de transformar la realidad, en función de los beneficios sociales y personales.

Participante

Debe tener en cuenta que el hombre es un ser social que logra su realización personal e interacción con otros hombres. La convivencia lleva al individuo a influir en las orientaciones, la dirección, las decisiones que definen su destino personal y social. Por ello, el docente debe facilitarle la oportunidad de interactuar, opinar, disentir, aportar ideas y formular críticas.

Polivalente

Debe ser suficientemente general, de manera que, a partir de una formación básica, la persona se capacite para responder a las necesidades generadas por los avances tecnológicos y las prioridades derivadas de los cambios sociales mediante estrategias de actualización y reconversión ligadas a la realidad del trabajo productivo.

• Fuente:

Autor: Santiago Agudelo Mejía.

Editor: Ricardo Santiago Netto (Administrador de Fisicanet)

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