Manuscritos del mar Muerto (segunda parte)

Lengua Aramea

Lengua semítica íntimamente relacionada con el hebreo. En sus orígenes la lengua de los arameos, antiguo pueblo de Oriente Próximo, se habló, en sus muchos dialectos, tanto en Mesopotamia como en Siria, con anterioridad al año 1.000 a.C. y más tarde se convirtió en la lingua franca del actual Próximo Oriente, sustituyendo así a la lengua acadia. El arameo sobrevivió a la caída de Nínive (años 612 a.C.) y de Babilonia (539 a.C. respectivamente) y fue la lengua oficial de la dinastía Aqueménida persa (559 - 330 a.C.) hasta que fue desplazado por el griego, tras la conquista de ésta zona por Alejandro Magno. Se han encontrado inscripciones antiguas en arameo a lo largo y ancho de una extensa área que se extiende desde Egipto hasta China; los primeros textos escritos que se conocen están fechados en el siglo IX a.C.

El arameo se convirtió en la lengua oficial de los judíos antes de la era cristiana. Jesús predicaba en arameo y parte del Antiguo Testamento está escrito en esa lengua, especialmente los libros de Daniel y Esdras. El arameo comprende los dialectos arameo antiguo, arameo imperial, arameo occidental (que abarca el palestino y el galileo) y arameo oriental (que incluye el siríaco). El siríaco o arameo oriental también dio lugar a una rica literatura, concretamente la comprendida entre los siglos III y VII.

La influencia y la difusión del arameo decayó en favor del árabe, en torno al siglo VII d.C., cuando este pueblo inició su expansión. En la actualidad el arameo pervive en sus dialectos oriental y occidental, sobre todo como la lengua de los cristianos que viven en pequeñas comunidades dispersas de Siria, Líbano, Turquía, Irak e Irán.

Ascética (del griego askéo, ejercitarse)

Conjunto de medios para alcanzar la perfección espiritual en el cristianismo. Por tanto no debe ser un fin en sí mismo, sino un medio al servicio del amor, que es el núcleo de la elevación moral para el cristiano.

La soledad, el silencio, la mortificación, la templanza, el retiro de lo mundano fueron, entre otros muchos, los elementos esenciales para los primeros ascetas del cristianismo en su continuado sacrificio para alcanzar la perfección. Pero a estos ejercicios de renuncia siempre añadieron otros positivos, como las obras de misericordia. Además de su esfuerzo personal, el asceta cristiano debe contar con la ayuda de Dios en su camino hacia la contemplación.

Los fariseos

En tiempos de Jesús, los más apreciados por la mayoría del pueblo eran los fariseos. Su nombre, en hebreo perushim, significa «los segregados». Dedicaban su mayor atención a las cuestiones relativas a la observancia de las leyes de pureza ritual incluso fuera del templo.

Las normas de pureza sacerdotal, establecidas para el culto, pasaron para ellos a marcar un ideal de vida en todas las acciones de la vida cotidiana, que quedaba así ritualizada y sacralizada. Junto a la Ley escrita (Torah o Pentateuco), fueron recopilando una serie de tradiciones y modos de cumplir las prescripciones de la Ley, a las que se concedía cada vez un mayor aprecio hasta que llegaron a ser recibidas como Torah oral, atribuida también a Dios. Según sus convicciones, esa Torah oral fue entregada junto con la Torah escrita a Moisés en el Sinaí, y por tanto ambas tenían idéntica fuerza vinculante.

Para una parte de los fariseos la dimensión política desempeñaba una función decisiva en su posicionamiento vital, y estaba ligada al empeño por la independencia nacional, pues ningún poder ajeno podía imponerse sobre la soberanía del Señor en su pueblo. A éstos se los conoce con el nombre de zelotes, que posiblemente se dieron a sí mismos, aludiendo a su celo por Dios y por el cumplimiento de la Ley. Aunque pensaban que la salvación la concede Dios, estaban convencidos de que el Señor contaba con la colaboración humana para traer esa salvación.

Esa colaboración se movía primero en un ámbito puramente religioso, en el celo por el cumplimiento estricto de la Ley. Más tarde, a partir de la década de los cincuenta, consideraban que también había de manifestarse en el ámbito militar, por lo que no se podía rehusarse el uso de la violencia cuando ésta fuera necesaria para vencer, ni había que tener miedo a perder la vida en combate, pues era como un martirio para santificar el nombre del Señor.

Los saduceos

Los saduceos, por su parte, eran personas de la alta sociedad, miembros de familias sacerdotales, cultos, ricos y aristócratas. De entre ellos habían salido desde el inicio de la ocupación romana los sumos sacerdotes que, en ese momento, eran los representantes judíos ante el poder imperial. Hacían una interpretación muy sobria de la Torah, sin caer en las numerosas cuestiones casuísticas de los fariseos, y por tanto subestimando lo que aquellos consideraban Torah oral.

A diferencia de los fariseos no creían en la pervivencia después de la muerte, ni compartían sus esperanzas escatológicas. No gozaban de la popularidad ni el afecto popular del que disfrutaban los fariseos, pero tenían poder religioso y político, por lo que eran muy influyentes.

Esenios

Miembros de una hermandad religiosa judía, organizada en torno a bases comunitarias profundas, y a prácticas de un estricto ascetismo. La orden, con unos 4.000 miembros, existió en Siria y en Palestina desde el siglo II a.C. hasta el II d.C. Sus principales asentamientos se encontraban a orillas del mar Muerto. A los esenios no se les menciona ni en la Biblia ni en la literatura rabínica, y toda la información con respecto a ellos está circunscrita a los escritos de Filón de Alejandría, un estudioso y filósofo judío helenístico de Alejandría y a las obras del cronista romano Plinio el Viejo y el historiador judío Flavio Josefo. Hay distintos grupos que han sido identificados como posibles prototipos de lo que era la comunidad u orden de los esenios. Dentro de estos grupos, los principales fueron los tsenium (los modestos o castos), los hashshaim (los callados), los hasidim harishonim (los santos ancianos o mayores), los nigiyye, los had Da 'ath (los puros de pensamiento) y los wattiqim (los hombres rigurosos). Estos términos aluden a las características de la orden, cuyas enseñanzas fundamentales eran el amor a Dios, el amor a la virtud y el amor al prójimo.

Esenios
Esenios

Los rasgos distintivos más importantes de la organización eran: La comunidad de los bienes y propiedades (distribuidas de acuerdo con las necesidades de cada uno), la estricta observancia del Sabat y un aseo escrupuloso (dentro del que se incluía el lavarse con agua fría y usar prendas de vestir blancas). Tenían prohibido jurar, emitir votos (salvo los exigidos para ser miembros de la orden), sacrificar animales, fabricar armas y participar en el comercio o hacer negocios. La orden formaba sus grupos reclutando a niños que adoptaba o con aquellos que habían renunciado a todos sus bienes materiales. Se exigía una prueba temporal de tres años antes que el novicio pudiera emitir sus votos definitivos, que exigían una total obediencia y discreción. El romper un juramento podía significar ser expulsado de la orden. El hecho de que se prohibiera ingerir ningún alimento impuro constituía una ley que podía llegar a significar la muerte por inanición. Como comunidad, los esenios fueron los primeros en condenar la esclavitud, considerándola una violación de los derechos consustanciales a los hombres; se sabe que incluso compraban y luego liberaban a personas que habían sido hechas esclavas. Los esenios vivían en pequeñas comunidades. Su trabajo fundamental se centraba en la agricultura y en la artesanía.

En 1.947 salió a la luz con nuevo resplandor el mundo de los esenios, cuando se descubrieron unos antiguos manuscritos hebreos, cerca del mar Muerto, en Qirbet Qumran, lugar que puede haber sido, en el siglo I d.C., el sitio de asentamiento de alguna comunidad esenia. Entre los manuscritos había un manual de observancias religiosas y vida común, que puede relacionarse con el modelo de existencia que tenían los esenios, según lo que se ha podido averiguar en las fuentes griegas y latinas que hacen referencia a ellos.

Zelotes

Facción religioso-política judía, conocida por su resistencia fanática al dominio romano en Judea durante el siglo I. Los zelotes surgieron como grupo político durante el reinado (37 - 4 a.C.) de Herodes el Grande. En el año 6 d.C., cuando Judea pasó bajo dominio directo de Roma y las autoridades ordenaron elaborar un censo para aplicar impuestos, los zelotes, dirigidos por Judas de Galilea, convocaron a la rebelión. Aducían que reconocer la autoridad del emperador pagano de Roma significaría repudiar la autoridad de Dios y someterse a la esclavitud. Un grupo extremista de zelotes, denominados sicarios (los hombres daga) adoptaron una resistencia violenta, asesinando romanos y judíos notables que promovían la cooperación con la autoridad de Roma. La rebelión llevada a cabo por los zelotes ese año fue sofocada enseguida y muchos de ellos (quizá también Judas de Galilea) murieron, pero otros continuaron preconizando la resistencia inflexible a los romanos. Uno de los discípulos de Jesús, Simón, era un zelote (Lc. 6,15). Según Flavio Josefo, el historiador judío, los zelotes desempeñaron un papel importante al promover y apoyar la sublevación general judía contra los romanos que comenzó el año 66 d.C. Aunque siguieron atacando a otras facciones judías, lucharon con valentía en defensa de Jerusalén hasta su caída en el año 70 d.C. Otro grupo de zelotes defendió la fortaleza de Masada ante el asedio de las tropas romanas hasta el año 73 d.C., cuando prefirieron el suicidio antes que rendirse.

Zelotes
Zelotes

Macabeos

Familia de patriotas y gobernantes judíos, que destacó durante los siglos II y I a.C., y más correctamente conocidos como los asmoneos, procedente de Asmón, nombre de un ancestro. El apellido Macabeo (latín, probablemente derivado del arameo maqqaba "el Martillo"), sólo pertenece, de forma apropiada, al miembro más importante de la familia, Judas. Sin embargo, también se aplica a los parientes de Judas. Los Macabeos dirigieron al pueblo judío en su lucha por la libertad del reino de Siria. Sus hazañas y las leyendas que les rodean se narran en el libro de los Macabeos del Antiguo Testamento. Los más destacados miembros de la familia son los siguientes:

Matatías: (c. 166 a.C.), sacerdote de Modin, al noroeste de Jerusalén. En el 168 a.C. el rey Seléucida Antíoco IV Epífanes, prohibió el judaísmo y también decretó que se erigieran los altares a los dioses griegos en el Templo de Jerusalén y en las ciudades del país. En el 167 a.C., Matatías huyó con sus cinco hijos y muchos judíos fieles a las montañas, desde donde dirigió una revolución contra Antíoco. Murió poco después, dejando a su hijo Judas al mando de la rebelión.

Judas: (muerto en el 161 a.C.), tercer hijo y sucesor de Matatías. Judas fue uno de los mejores generales de la historia judía, quien, con unos pocos miles de seguidores, derrotó a las fuerzas sirias, numéricamente superiores, en una serie de contiendas (166 - 165 a.C.). En diciembre del 165 a.C., dirigió su ejército insurgente hacia Jerusalén, volvió a tomar el Templo, que había sido utilizado para celebrar ritos griegos durante los tres años anteriores, y después de una ceremonia de purificación, fueron restituidos los ritos judíos. Esta purificación y restauración se conmemora anualmente a través de la fiesta judía del Hanuká. Judas lanzó extensivas campañas militares contra los enemigos de los judíos en Judea y en sus alrededores, y como resultado Siria reconoció la libertad religiosa de los judíos en el 163 a.C. Judas comenzó a trabajar por la independencia política judía de Siria, con la ayuda de Roma. Sin embargo, las disensiones entre los judíos debilitaron su posición. Aunque Judas obtuvo una gran victoria sobre los sirios en Beth-Horon (al noroeste de Jerusalén) en el 161 a.C., murió en una batalla posterior cerca de Elsa.

Jonatán: (? - 142 a.C.), hermano y sucesor de Judas, hijo menor de Matatías. Tras la muerte de Judas, Jonatán continuó durante tres años dirigiendo una pequeña banda de insurgentes. En el 157 a.C., los sirios, preocupados por sus propias luchas internas por el poder político, firmaron la paz con él. En el 152 Jonatán se aprovechó de los problemas de Siria y se convirtió en sumo sacerdote de Jerusalén y administrador de Judea. Después, alternativamente apoyó a los reyes y pretendientes sirios, contraponiendo a unos contra otros, mientras aumentaba el territorio y el poder judíos. En el 143 a.C. Trifón, pretendiente al trono sirio, decidió aplastar el poder de Jonatán a quien temía como amenaza a su propia influencia. Jonatán fue hecho prisionero a traición cerca de Beth-Shan (actual Beit Shean) por Trifón, y asesinado.

Simón: (c. 135 a.C.), sucesor y hermano de Jonatán, segundo hijo de Matatías. En el 142 a.C. negoció un tratado con Siria, a través del cual Judea era reconocida como políticamente independiente. Los sirios fueron expulsados de la ciudadela de Jerusalén. En el 141 a.C. una gran congregación del pueblo y sacerdotes judíos eligieron a Simón sumo sacerdote y gobernador civil, haciéndose ambos cargos hereditarios para la familia de Simón. Éste fue asesinado por su yerno y principal rival.

Juan Hircano o Hircán I: (? - 104 a.C.), hijo y sucesor de Simón, gobernante desde el 134 hasta el 104 a.C. Hijo menor de Simón, sucedió a su padre en sus cargos antes de que sus rivales pudieran reclamarlos eficazmente. Juan liberó Judea de la influencia siria y, en una serie de campañas militares, expandió sus dominios para incluir las provincias de Idumea y Samaria, partes de Galilea, y territorios al este del río Jordán. Colonizó estas regiones y convirtió a muchos de sus habitantes al judaísmo. Aunque Juan nunca se proclamó rey, gobernó a través de una corte, designándose sumo sacerdote y líder de la confederación judía, y acuñó monedas que llevaban su nombre. Estaba próximo a algunas ideas griegas, incluso cambió los nombres hebreos de sus hijos por griegos. Su alejamiento de los ideales de los primeros Asmoneos le enfrentó a la popular facción, posteriormente conocida como fariseos, precipitando así la lucha religiosa entre facciones que fue dominante durante la historia del período judaico. Sin embargo, la confederación judía alcanzó su mayor prosperidad durante su reinado.

Aristóbulo I: denominado Judá, rey de Judea, (104 - 103 a.C.), hijo y sucesor de Juan Hircano.

Alejandro Janneo: (? - 76 a.C.), hermano y sucesor de Aristóbulo I, rey desde el 103 al 76 a.C. Se convirtió en rey y sumo sacerdote mediante el matrimonio con la viuda de Aristóbulo, siguiendo la política de Juan Hircano, conquistó y convirtió al judaísmo los territorios vecinos, expandiendo el reino Asmoneo hasta su mayor extensión. Fue dictatorial y despiadado y su reinado estuvo marcado por intrigas y luchas internas. Murió durante el asedio a una ciudad griega.

Salomé Alejandra: (? - 67 a.C.), reina de Judea desde el 76 hasta el 67 a.C., esposa de Aristóbulo I y, tras su muerte, esposa de Alejandro Janneo. Salomé apoyó a los fariseos y convirtió a sus líderes en asesores principales de política interna. Su vida y reinado concluyeron justo antes del inicio de la guerra civil entre sus hijos Hircano II (que apoyaba a los fariseos) y Aristóbulo II.

Hircano II (o Hircán II): (? - 30 a.C.), rey de Judea desde el 67 hasta el 63 a.C., hijo de Salomé Alejandra y Alejandro Janneo. En el 76 a.C. fue nombrado sumo sacerdote y gobernante de Judea por su madre. Tras su muerte se convirtió en rey. Su hermano menor, Aristóbulo II, se hizo con el gobierno y obligó a Hircano a realizar un acuerdo a través del cual Aristóbulo mantenía el poder temporal e Hircano el religioso. Por entonces, Antípatro, conocido como el Idumeo, ciudadano influyente y ambicioso de Jerusalén, se ofreció a ayudar a Hircano II para que recuperara el trono. Antípatro dirigió una revuelta en apoyo de Hircano y se inició una guerra civil general (67-63 a.C.). En el 63 a.C., el general romano Pompeyo Magno entró en guerra capturando Jerusalén, exiliando a Aristóbulo II y a su familia próxima, junto con otros muchos judíos, a Roma y restableciendo a Hircano II como sumo sacerdote (aunque no como rey). Pompeyo también redujo en gran medida el territorio judío en Palestina.

Tras la muerte de Pompeyo en el 48 a.C., Hircano y Antípatro apoyaron a Cayo Julio César y a cambio, en el 47 a.C., Antípatro fue nombrado procurador (gobernador romano) de Judea, e Hircano II fue confirmado como sumo sacerdote y se le dio un poder político limitado. Además, se devolvieron los territorios judíos tomados por Pompeyo, y se retiró a todos los soldados romanos de Judea. César fue asesinado en el 44 a.C. y Antípatro en el 43 a.C. En el 40 a.C. Antígono II, hijo de Aristóbulo II y último de la línea Asmonea, capturó a Hircano con la ayuda de las tropas partas. Antígono se proclamó rey de Judea, aunque en el 39 a.C. el Senado romano declaró a Herodes, conocido como Herodes el Grande, rey de Judea. Herodes fue enviado a Judea al mando de la fuerza romana con la que consiguió capturar a Antígono en el 37 a.C. y sentenciarlo a muerte. Herodes trajo entonces a Jerusalén al anciano Hircano II. Sin embargo, Hircano se vio implicado en una conspiración contra Herodes, de la que fue encontrado culpable y ejecutado en el 30 a.C.

Cananeos

En el Antiguo Testamento, habitantes originales de la tierra de Canaán. Según el libro de los Jueces, los israelitas, durante el segundo milenio, subyugaron gradualmente a las ciudades canaaneas. Hacia finales del reinado de Salomón, rey de Israel, los canaaneos habían quedado prácticamente asimilados al pueblo hebreo, dentro del cual parecen haber ejercido una influencia religiosa reaccionaria. La propia religión canaanea se basaba en la adoración de las divinidades Baal y Astarot (Ashtoret, Astarté). Los especialistas bíblicos modernos creen que el idioma hebreo tiene su origen en fuentes canaaneas, y que el fenicio era una forma primitiva de hebreo. Los recientes descubrimientos indican que antes de la conquista hebrea del sur de Canaán, canaaneos y fenicios constituían un único pueblo, y que los que hoy conocemos como fenicios se desarrollaron posteriormente como nación independiente.

Amonita

Antiguo pueblo semítico que habitó en la región situada entre el desierto de Siria y el río Jordán, en la actual Jordania. Según Gén. 19,38, eran los descendientes de Ben-ammi, hijo de Lot, y parientes próximos de los moabitas. La civilización amonita comenzó en el siglo XIII a.C. y duró hasta el siglo VI a.C. Su capital era Rabbah Ammon (actualmente Ammán, Jordania). Los israelitas estuvieron frecuentemente en guerra con los amonitas. A comienzos del siglo X a.C. David, rey de Judá e Israel, reprimió a los amonitas (2 Sam. 12,26-31) y los sometió a trabajos forzados. En el 721 a.C., tras la caída del reino de Israel, los amonitas se asentaron en zonas al este del río Jordán. El estado autónomo amonita había dejado de existir a mediados del siglo VI a.C. Hacia el siglo I a.C., sus territorios fueron incorporados en el Imperio romano, y hacia el siglo III d.C., habían sido prácticamente absorbidos por tribus árabes. El lenguaje de los amonitas estaba aparentemente relacionado con el hebreo.

Bibliografía:

Autor: Ricardo Santiago Netto. Argentina.

Importancia para la ciencia bíblica.

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